Duan Yixin sacudió la cabeza y dijo —Es demasiado caro.
Cuando Xuan Ruiquan escuchó que su rechazo no era porque no le gustara lo que él había enviado, sino por el precio, se levantó y tomó su mano.
Mirando a los claros ojos de Duan Yixin, Xuan Ruiquan dijo —Xin'er, solo quiero darte lo mejor.
Duan Yixin asintió —Lo sé. Sin embargo, deberías ahorrar dinero para mejorar la vida de tus hermanos.
Al ver que él no hablaba, Duan Yixin pensó por un momento y luego miró a las sirvientas —¿Nos podrían dar un momento a solas?
Las sirvientas se inclinaron ligeramente, colocaron las bandejas sobre la mesa y dijeron —Disculpennos, Wangye, Señorita Duan.
Después de que la última sirvienta se fue, cerró la puerta cuidadosamente tras ella para Duan Yixin y Xuan Ruiquan.
