Al ver a un sirviente pasar por su lado, Duan Yixin llamó al sirviente:
—Disculpe.
El sirviente escuchó su llamado y se acercó. Sonrió y preguntó cortésmente:
—Huésped, ¿hay algo en lo que pueda ayudarle?
Duan Yixin señaló las grandes cajas y dijo:
—Todavía tengo algo que hacer por el momento. ¿Podría echar un vistazo a estas cajas para mí?
En cuanto el sirviente miró las cajas, supo que el contenido debía ser muy valioso. Se rascó la cabeza y dijo con hesitación:
—Esto…
Notando su vacilación, Duan Yixin sacó unas monedas de cobre y se las entregó al sirviente:
—Voy a comprar algo de comida, y volveré en un rato. Solo necesito que vigiles estas cajas por un momento.
El sirviente miró las monedas de cobre en su mano, que equivalían a su ingreso diario, y sonrió:
—De acuerdo. Pero solo puedo ayudarte a cuidar estas cajas por un rato porque todavía tengo trabajo que hacer.
Duan Yixin sonrió y dijo:
—Gracias.