A lo largo del camino, Zhan Wenmin no dijo nada. Al notar su silencio, Xie Yanghui preguntó —¿En qué estás pensando, Lao Zhan?
Al escuchar su pregunta, Zhan Wenmin alzó la vista y miró la espalda de su amo. Dudo unos segundos y preguntó —Lao Ye, ¿está bien si no la visitas? ¿No harán los viejos censores problemas y enviarán memoriales al emperador si la dejas morir sin hacer nada?
Xie Yanghui sabía de quién hablaba y dijo —Después de lo que ella me hizo desde que murió mi difunto padre, debería estar agradecida de que no la haya matado yo mismo. En cuanto a esos viejos en el Departamento de Censores, no me importa si quieren informar al emperador o no. El emperador ya sabe sobre mi relación con esa anciana. Él me ayudará a lidiar con esos censores.
Al escuchar las palabras de Xie Yanghui, Zhan Wenmin cayó en silencio. Cuando todos pensaban que Xie Yanghui finalmente había encontrado a alguien que podría acompañarlo en su dura vida, la Vieja Señora Xie los separó por la fuerza.