—¡Tía!
De regreso al Palacio Yongshou, Zhuang Yuexi no pudo evitar llamar a su tía, la Duquesa Zhuang.
La Duquesa Zhuang le lanzó una mirada de reojo:
—¿Qué sucede?
Zhuang Yuexi era una dama noble de la Familia Zhuang, digna y gentil. Aquel grito hacia su tía fue realmente algo impropio.
Zhuang Yuexi reconoció su impropiedad, entregó su canasta de flores a una doncella del palacio cercana, levantó su falda y alcanzó a la Duquesa Zhuang. Dijo suavemente:
—He actuado de manera impropia, por favor, castígueme, tía.
La voz de la Duquesa Zhuang llevaba una dignidad inherente:
—Desde que conociste a Miss Hui, has estado actuando extrañamente. Dime, ¿qué resentimiento tienes contra ella?
—No hay ningún resentimiento —dijo Zhuang Yuexi en voz baja.
¿No conoce la Duquesa Zhuang a su propia sobrina? Desde joven, fue la dama más altamente considerada en Ciudad Capital, inteligente y hermosa, y nunca había encontrado a su igual.