Los exámenes finales estaban a solo tres días de distancia, y la atmósfera en la escuela era inmensamente tensa. La Oficina de Educación, procurando animar tanto a estudiantes como a docentes, inició una actividad de recompensas.
Había tres clases en noveno grado, con un total de más de cien estudiantes. El profesor de la clase con la puntuación compuesta más alta recibiría un subsidio extra al final del año.
Los tres mejores estudiantes de cada clase también recibirían recompensas. Para motivar a todos los estudiantes a esforzarse, el director estableció adicionalmente un premio al progreso. El estudiante que mostrara la mayor mejora recibiría una recompensa de tres yuanes, según lo determinaran los profesores en base al rendimiento académico.