Sintiendo el frío que emanaba de He Nan, los párpados de Shen Mianmian se contrajeron y ella rápidamente recogió sus cosas y lo siguió fuera de la tienda.
Los dos caminaron en silencio hasta la entrada del baño, donde Shen Mianmian entró para cambiarse a la ropa nueva, solo entonces sintiéndose viva de nuevo.
Pensando en He Nan esperando afuera, la vergüenza volvió; esta vez realmente se había humillado. Afortunadamente, aún era joven; de lo contrario, nunca tendría el valor de verlo nuevamente.
Suspirando en silencio, empacó la ropa sucia en una bolsa. Al notar algunas manchas en la ropa de He Nan también, su rostro se volvió instantáneamente carmesí.
Esas ropas debían haber sido caras y ahora arruinadas, He Nan no podría usarlas de nuevo. ¡Decidió comprarle una nueva!
Con algo de dinero en mano, comprarle una nueva a He Nan aún era asequible.
Fortaleciéndose, salió del baño para encontrar a He Nan todavía esperando en la puerta, su expresión no tan fría como antes.
