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Gu Jianbin rápidamente la abrazó —Mamá, deja de armar un escándalo. ¿No ves que todos se están riendo de nosotros?
Si no se le hubiera acabado el dinero para los gastos de manutención, nunca habría querido venir aquí.
Para decir la verdad, cada vez que venía, su mamá lo arrastraba alardeando de él con los demás, diciendo que era capaz y que definitivamente entraría a la universidad algún día.
Su rendimiento académico en efecto no era malo, y entrar a la universidad no era un problema, pero no estaba acostumbrado a presumir de forma tan ostentosa.
Especialmente cuando veía las miradas despectivas de los demás, se sentía humillado cada vez.
—¿De qué se van a reír? ¿Quién se atreve a reír? —Wang Erfeng lanzó una mirada furiosa con sus ojos saltones y barrió con la vista alrededor—. Suéltame, voy a buscar a esa perrita.
—Mamá, no sigas llamándola 'perrita', suena tan vulgar —dijo Gu Jianbin con cierto disgusto.