—Hemos llegado, esta es mi casa.
Shen Mianmian fue devuelta a la realidad por la voz de Li Shiping.
—Mamá, ven a ayudar a agarrar algunas cosas. —Tan pronto como entraron al patio, Li Shiping llamó a alguien dentro de la casa.
Poco después, salió una mujer de unos cuarenta años.
La tía Xiu Min, a principios de los cuarenta, no tenía manchas ni arrugas evidentes en su rostro, pero Shen Mianmian la reconoció de inmediato.
Su sonrisa era igual de amable que en su vida anterior.
La diferencia era que ahora, la felicidad de una vida familiar dichosa se transmitía a través de la sonrisa de Xiu Min.
Mientras los recuerdos de su vida anterior pasaban por su mente, Shen Mianmian sentía calor alrededor de sus ojos. La tía Xiu Min era verdaderamente amable, siempre invitándola a sentarse a comer sin tratarla como una extraña. Nunca la menospreciaba por ser niñera.
Sabiendo que su padre estaba gravemente enfermo, Xiu Min le dio cinco mil yuanes extra al liquidar su salario.
