Él había dicho esas palabras innumerables veces en clase, pero cuando vio a Shen Mianmian, no pudo evitar recordárselo de nuevo.
Tener una estudiante que consistentemente se había ubicado al final en el rendimiento académico y experimentar una epifanía después de medio año de su enseñanza era un honor sin igual para cualquier profesor.
—Sr. Chen, trabajaré duro —Shen Mianmian sonrió, haciendo un gesto de ánimo. Chen Jie se quedó atónito por un momento, luego alzó su mano e imitó su gesto, viendo la sonrisa genuina de Shen Mianmian por primera vez desde que empezó a enseñarle.
La niña solía ser bastante introvertida, siempre bajando la cabeza en silencio. Después de que sus calificaciones mejoraran un poco, asumió un aire maduro que no se esperaría en alguien tan joven, sonriendo raramente como una niña. Chen Jie se rió de su propio pensamiento; después de todo, Shen Mianmian todavía era una niña.
