—Aún no he abierto la boca y ¿ya has dicho tanto? —Tomó una respiración profunda, intentando encender incienso en la habitación interior, pero Song Yunuan la agarró del brazo.
—Segunda Tía Zhang, no te vayas todavía. Primero, aclara las alucinaciones de Xia Zhi. Después de eso, podemos sentarnos y hablar con calma —Song Yunuan sonreía, pero su voz sonaba siniestra.