—Qiao Duo'er miró a la Viuda Xu, que ahora vestía ropa fina, la mancha roja brillante en su pantalón cada vez más llamativa, y la situación empeoraba.
—Una mujer embarazada perdiendo tanto sangre de una vez, debe ser un aborto espontáneo, ¿verdad?
—Aunque la Viuda Xu era molesta, el niño era inocente.
—Sálvame, salva a mi hijo, duele tanto, tanto... —El rostro de la Viuda Xu se contorsionaba de dolor, pero se obligaba a mantenerse quieta, sin atreverse a moverse.
—Porque con cada movimiento, podía sentir la sangre fluyendo desde abajo, y cada gota de sangre que fluía era la vida de su hijo.
—¿Qué le has hecho a mi nuera? Te digo, si le pasa algo a mi hijo, ¡no te lo voy a perdonar! —Tan Zhengyuan corrió hacia allí, mirando furiosamente a Qiao Duo'er.
—Mejor que gastes este tiempo llevándola a la habitación en vez de perderlo, y llamaré al Tío Wu y a la Abuela Feng —respondió Qiao Duo'er irritada.
—Por furioso que estuviera Tan Zhengyuan, tenía que hacer lo que ella decía.