Habiendo tomado asiento junto a la mesa, Yang Mengchen —dijo con indiferencia—. Sí.
—¿Podría ser que después de todos estos días de interacción, la señorita Yang no sienta la más mínima afinidad por mí?
—No.
La expresión de Hang Qingming cambió sutilmente. ¿Era ira lo que sentía en su corazón? ¿O era pérdida?
—¿Puedo preguntar quién es esa persona, señorita Yang?
—Para mí, él es alguien más importante que mi propia vida. Para el Joven Maestro Hang, él es solo un extraño; ¡no hay necesidad de que el Joven Maestro Hang lo sepa!
—¿Dónde está él ahora? —Hang Qingming apretó los dientes. Quería ver quién era este parangón que la joven dama no podía olvidar.