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Justo cuando Meng Yunhan terminó de hablar, sonó el timbre para la clase.
Bueno, eso alivió la vergüenza de Li Zihao.
Normalmente, Meng Yunhan sentía que una clase pasaba rápidamente, pero hoy, cada minuto y segundo parecían eternizarse.
Era cuestión de mentalidad.
En el pasado, mientras prestaba atención durante la clase, los cuarenta minutos se esfumaban en un abrir y cerrar de ojos.
Pero ahora, con el corazón lleno de pensamientos de Ahao, el tiempo parecía pasar muy lentamente, extremadamente lentamente.
Finalmente, cuando el timbre sonó de nuevo, Meng Yunhan fue la primera en recoger sus libros, colgarse la mochila al hombro y levantarse para irse.
—Hanhan, realmente no puedes esperar —le dijo una voz.
Meng Yunhan solo sonrió:
—Nos vemos pasado mañana.
Meng Yunhan no perdió tiempo, comenzó a caminar hacia la puerta de la escuela.
Lo que ella no sabía era que había otra sorpresa esperándola en la puerta de la escuela.