Cuando el padre de Yun volvió del trabajo, abrió la puerta para ver a su vieja esposa acostada en la cama. —Vieja, ¿se ha llevado Ahao a su esposa e hijo? ¿Por qué no los retuviste para que comieran? Y ya se ha cosechado el maíz, pronto lo dividirán. Cuando su nuera se llevó a su hijo y a su nieto, no se llevaron ningún arroz, lo había olvidado en ese momento. Al día siguiente, cuando transfirió la inscripción del hogar y mencionó lo del alimento, su pariente lo desestimó, diciendo que solía estar solo, que todavía tenía muchos cupones de comida guardados, era suficiente, era suficiente.
Estaba pensando en enviarles algo cuando se cosechara el nuevo maíz.
—Se han ido, se han ido. —El padre de Yun, impotente ante el estado de su esposa, no sabía qué decir.