—Si el jefe de tu batallón no despierta por el resto de su vida, ¿piensas enviar dinero por el resto de tu vida? —El Consejero Gu miró profundamente a Lu Jianjun.
—Consejero Gu, ¿espera que el jefe del batallón no despierte? —El rostro de Lu Jianjun se ensombreció ante sus palabras.
—Solo lo decía de pasada... Ya me voy. —El Consejero Gu se sintió avergonzado.
Lu Jianjun suspiró ligeramente. No creía que el jefe del batallón fuera a permanecer en cama para siempre. El jefe del batallón no podía permanecer allí para siempre.
El Consejero Gu regresó a su oficina y pensaba en Yun Hao, quien siempre era tranquila y sin emociones. Sus palabras siempre eran casuales, pero él esperaba que Xiaoyun despertara pronto.
—¿Es este el Consejero Gu? —El teléfono sonó; lo cogió y una voz familiar resonó al otro lado.
—¿Eres la hermana de Xiaoyun? ¿Ha pasado algo con Xiaoyun? —Lo único en que podía pensar el Consejero Gu era que Xiaoyun podría haber fallecido.