—Hanhan, me encantaría tener una hija, espero que se parezca a ti —pero luego pensó en los muchachos que podrían engañar y cortejar a su hija, y al instante se sintió inquieto.
Tal vez es mejor tener un hijo, seduciendo a las hijas de otras personas en su lugar.
Por supuesto, Meng Yunhan no sabía nada sobre los pensamientos de Yunhao; de lo contrario, habría quedado completamente desconcertada.
Meng Yunhan sabía que Yunhao intentaba consolarla.
—Hanhan, duérmete. Yo te abanicaré —dijo Yunhao mientras sostenía el abanico, abrazándola fuertemente, negándose a soltarla.
Él temía ofender a Meng Yunhan.
—No tengo calor. Tú también deberías dormir. Estoy realmente bien —Meng Yunhan tomó una respiración profunda, consolándose al ver el cuidado en Yunhao.