—Aunque no podía recuperar los recuerdos originales ahora —continuó, pensativa—, pero sí sabía de una amiga con el apellido Qiao de sus días en la universidad.
—¿Podría ser alguien llamada Qiao Kexin? —preguntó, tratando de conectar los puntos.
—¿Cómo podría recordar eso con claridad? De todos modos, en ese momento estabas sollozando, diciendo que una vez que tuvieras dinero, me lo devolverías. Pero tú, jugando el papel de la hermana menor, venías a mí en busca de ayuda en cuanto te topabas con un problema, y ciertamente no te pediría que me devolvieras esos insignificantes 10 millones. Así que dijiste que si alguna vez me quedaba corto de dinero, debía acudir a ti —recordó—. Creo que eso cuenta como una promesa de tu parte.