Los círculos sociales de las damas adineradas son increíblemente extensos, y ellas frecuentemente participan en actividades sociales.
Un día una fiesta de té, al siguiente una reunión.
Cuando las mujeres casadas se reúnen, además de hablar sobre sus maridos e hijos, a menudo discuten sobre las trivialidades de vestirse y comer.
Siempre que hay algo bueno, lo recomendarían a sus amigas cercanas.
Y así, de boca en boca entre estas damas adineradas, más personas de las ciudades cercanas venían a pedir pasteles de luna.
En tan solo medio mes, Shen Mingzhu había vendido más de tres mil cajas de pasteles de luna a través de estas damas.
Además, recibía llamadas telefónicas todos los días para hacer pedidos de pasteles de luna. Por esta razón, Shen Mingzhu asignó específicamente a un empleado veterano para atender el teléfono y registrar pedidos todo el día.
Sun Feifei no podía quedarse quieta.
—Señora Yan, lamento molestarla hoy, pero hay algo que quiero decirle.