Yao Meishu estaba frente a la tienda, observando al hombre que descansaba sus piernas cruzadas sobre la mesa y tenía un periódico en su mano, su rostro frío.
Su expresión era gélida.
—Nombra tu precio para dejar a mi hija en paz —Yao Meishu sacó un fajo de billetes rojos de su bolso y los arrojó sobre la mesa.
El hombre frente a ella era elegante y guapo, pero por más que se lo pensara, seguía siendo un chico pobre sin un centavo y sin estatus.
—Tía, parece que hoy te has equivocado de guion —Xu Boyan miró a la mujer, vestida como una reina, y sonrió con ironía.
Tenía un periódico en su mano, emitiendo un aura fría.
—¿Crees que eres digno de mi hija? —Yao Meishu replicó, fijando su mirada en Xu Boyan, como si intentara ver a través de él.
Mantenía su bolso fuertemente agarrado, sus cejas estaban fruncidas, su rostro reflejando su impaciencia.
—¿Qué piensa la tía? —Xu Boyan soltó una carcajada, dejando el periódico y tamborileando sus dedos ligeramente sobre la mesa.