—Chica —Lu Qingyi acababa de entrar en la tienda. La Tía Wen levantó la vista y la vio. Sonrió al ver a Lu Qingyi.
—Tía Wen, ¿qué está haciendo? —Lu Qingyi se acercó a la Tía Wen y preguntó con una sonrisa.
—El clima está a punto de enfriarse. Estoy tejiendo suéteres para este padre e hijo. Los comprados en la tienda simplemente no serán tan cálidos como los que tejo yo misma —La Tía Wen dijo suavemente, mientras seguía tejiendo y charlando con Lu Qingyi.
Sus manos se movían con ágil habilidad, como si hubiese hecho esto miles de veces antes. Al mirar a la Tía Wen, una mujer envejecida por los años pero dispuesta a vivir con humildad en tal lugar a pesar de su fondo acaudalado, Lu Qingyi se sentía perpleja. Ella era hábil en tareas domésticas como cocinar y tejer bufandas y suéteres.