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Xu Boyan fue quien adquirió la empresa. Estaba furioso pero no podía hacer más que mirar cómo su empresa caía en manos de otros.
Xu Boyan no era alguien a quien se pudiera permitir enfadar.
—¿Cómo diablos consiguió Lin Xiaoni ofender a la peor persona posible para provocar?
—¿Qué? —Lin Xiaoni levantó la cabeza sorprendida, sus ojos llenos de incredulidad.
—¿Su empresa había sido adquirida?
—¿Cómo podía ser?
—¿No sabes lo que has hecho? —Madre Lin miró a Lin Xiaoni con un tono extraordinariamente distante.
—¿Qué había hecho? —Lin Xiaoni negó con la cabeza. ¿Qué más podría haber hecho?
Había aprendido su lección de su experiencia con Lu Qingyi, por mucho que esta le disgustara, por poco que le importara, no se atrevía a repetir el error.
—¿Qué más podría haber hecho mal?
—Mamá, yo no... —Lin Xiaoni bajó la mirada a la maleta que yacía silenciosamente en el suelo, su estado de ánimo era increíblemente bajo.