No dudó ni un momento que las agujas de plata eran obra de Lu Qingyi, aunque le costaba creer que Lu Qingyi fuera tan capaz.
—Yo no me haría esto a mí misma —Lu Qingyi sacó un marcador de libros del cajón, luego se volvió para mirar a Lin Xiaoni.
Sutilmente curvó las comisuras de sus labios, su expresión era una mezcla de sonrisa y burla.
No había nada que no estuviera orgullosa de admitir.
—Hermana, mira al cielo, hay muchas vacas volando —Chen Xuejie se puso al lado de Lin Xiaoni, sonrió suavemente y habló.
La precisión de las agujas de plata no era algo que una persona ordinaria pudiera igualar. ¿Cómo podría Lu Qingyi, una simple estudiante, ser tan capaz?
—¿Te gustaría intentarlo? —Lu Qingyi sacó un trozo de tela negra del cajón, sujeto con una banda elástica desechable. Quitó la banda, desdobló la tela, revelando una fila de agujas de plata brillantes.
Lin Xiaoni y Chen Xuejie estaban ambas impactadas, mirando a Lu Qingyi con incredulidad.
—¿Cómo podría ser posible esto?