Ella escaneó a los guardaespaldas con una mirada helada.
—Señorita Lu, no nos complique las cosas.
El hombre de mediana edad no prestó atención a la arrogancia de Lu Qingyi.
¿Qué tan capaz podría ser una chica frágil como Lu Qingyi? Los guardaespaldas de la mansión de Wen no eran vegetarianos. Oficialmente eran guardaespaldas, pero en realidad eran asesinos, no simples guardaespaldas.
De todos modos, no creía que Lu Qingyi pudiera derribar a nadie. El guardaespaldas era alto y fuerte, Lu Qingyi era delgada y pequeña.
—Tú eres el que me lo está poniendo difícil a mí.
Lu Qingyi soltó una risa y flexionó sus nudillos.
Hacía bastante tiempo que no peleaba, y ahora le picaban las ganas. No se perdería la oportunidad de encargarse de los enemigos que le habían entregado en bandeja.
—Traigan a la Señorita Lu de vuelta.