Yang Ruyu se rió mientras hablaba —Prima hermana mayor, escuché que Guan Qingshu ya se fue al pueblo. ¿No estarás apurada por ir al pueblo a buscarlo, verdad?
—La Hermana Yutang realmente está bien informada —dijo Yang Ruxin con alegría—. ¿Qué? ¿Has ido a buscarlo tú?
—No tengo la cara dura que tienes tú, prima hermana mayor —dijo Yang Ruyu con una risa, cubriéndose la boca con un pañuelo—. Además, calculo que aunque hubieras ido, no te habrían recibido con mucho entusiasmo, ¿verdad?
—Cómo me va no es asunto tuyo —respondió Yang Ruxin con una sonrisa—. Sin embargo, al menos cuando mi padre estaba vivo, él lo mencionó verbalmente con ellos. Así que no importa lo que haya hecho antes, actué con cierta autoridad. A diferencia de ti, prima hermana, que no tienes ninguna conexión pero aun así con entusiasmo bordaste un pañuelo para enviárselo. Tsk, este es un regalo clandestino... Si se corre la voz, podrías terminar en una jaula de cerdos...
