—Dani, tú... —Los labios de Wang Hehua temblaban, en realidad por pura emoción.
—Ven en otro momento, y echaré un vistazo por ti —dijo Yang Ruxin, ya no queriendo ocultar su habilidad. Necesitaba una capacidad que convenciera a todos, y tenía que ser algo que todos necesitaran. Si alguien intentaba intimidarla a ella y a su hermano de nuevo, tendrían que pensarlo dos veces, y los demás tendrían que aceptarlo. La única habilidad que cumplía con los requisitos eran las habilidades médicas.
Todo el mundo come granos, ¿cómo no van a enfermar? En cualquier momento, los médicos son lo más buscado, y hay un consenso en que se puede ofender a cualquiera, pero nunca a un médico, porque uno nunca sabe cuándo necesitará suplicar por su ayuda.
Yang Ruxin quería que todos supieran que ella tenía habilidades en medicina y podía tratar enfermedades complicadas y diversas.