Antes de llegar al salón, escuchó un estruendo clamoroso proveniente del interior. Mo Yan se apresuró a entrar y encontró, además de la Tía Liyan y su Sobrino, cerca de una docena de aldeanos desaliñados. Al verlos en tal estado, su corazón se hundió ligeramente, e intercambió una mirada significativa con Lixiu.
Lixiu negó con la cabeza avergonzada, señalando que no había descubierto la causa y consecuencia del incidente.
Los ojos de los aldeanos se iluminaron al verla, y uno de ellos avanzó a la carga, levantando la manga para revelar una herida sangrienta y habló indignado —Chica Yan, tu perro me ha mordido, y quién sabe si contraeré la rabia. Debes darme una explicación esta noche.
Con uno tomando la delantera, el resto se destacó en acuerdo:
—Es cierto, todos fuimos heridos por tu perro, debes darnos una explicación.
—Exactamente, el perro es tuyo, no puedes negarlo.