Pero mientras haya guerra, los civiles, impotentes como son, siempre serán las víctimas bajo la sombra del conflicto, y la muerte es inevitable. Mo Yan solo podía rezar para que los soldados de Gran Chu fueran lo suficientemente fuertes para detener al pueblo Bai en Shanhaiguan.
Ella no sabía cuánto duraría la guerra; en su sueño, había continuado durante varios meses, hasta que el clima se calentó en la primavera, y el pueblo Bai, habiendo sufrido incontables muertes y lesiones debido a la desesperada resistencia de los soldados de Gran Chu, no tuvieron otra opción más que retirarse de las tierras de Gran Chu y volver a las grandes llanuras.
No importa cuánto simpatizara con esos inocentes atrapados en el vórtice de la guerra, Mo Yan sabía que no había mucho que pudiera hacer. En su vida anterior, podría haber donado dinero, bienes o comida. Sin embargo, en esta era, con el transporte y la comunicación inconvenientes, incluso eso no era posible.
