Mo Yan se quedó atónita por un momento, evidentemente sin comprender del todo su significado.
Al verla con esa expresión aturdida y tonta, Yan Junyu no pudo evitar reírse —Es exactamente lo que estás pensando. A partir de ahora, no pienses en enviar a Pequeña Flor de vuelta, ella estaría muy triste si lo supiera.
Mientras hablaba, un fuerte sentimiento de melancolía llenaba su corazón. La madre de Pequeña Flor le había salvado en la fría y nevada soledad, brindándole calor. Aunque comenzó a criar a Pequeña Flor como una forma de devolver la bondad de su madre, después de tantos años juntos, había llegado a considerar a Pequeña Flor como de la familia.
Ahora, al confiar su cuidado a otra persona, aun sabiendo que esta persona cuidaría bien de ella, no podía evitar preocuparse.