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Bajo la insistente demanda del anciano Meng, Mo Yan acordó sin remedio.
Fue solo más tarde cuando Mo Yan descubrió por qué el anciano Meng se enojaba tan fácilmente por una observación casual. Hace más de veinte años, la tierra natal del anciano Meng había sufrido una plaga de langostas, dejando los cultivos sin un grano que cosechar. Él había liderado a su familia, los siete, en un largo viaje hasta las faldas de la ciudad imperial, y si no fuera por los amables aldeanos que los acogieron y les proporcionaron ayuda, todos habrían muerto de hambre.
Al final, las palabras del anciano Meng dejaron una huella profunda en Mo Yan: "Chica, tú no sabes, cuando alguien está a punto de ahogarse, incluso si alguien más le lanza una paja, ¡eso es un enorme acto de bondad!"