Tía Cai originalmente pensó que Mo Yan solo estaba bromeando, pero ahora, al ver que los documentos estaban todos preparados, se dio cuenta de que Mo Yan hablaba en serio. En un pánico, se apresuró a persuadirla —Pequeña jefa, esto claramente no tiene nada que ver con tu familia. ¿Por qué deberías compensarlos con plata? Aunque tengas lástima por ellos, bastaría con darles unas pocas monedas de plata para que se vayan, pero una vez este documento esté firmado, ¡son dos mil taels!
—Tía Cai, no te preocupes. Tengo un plan en mente. Solo quédate a un lado y mira —Mo Yan le sonrió. Tía Cai había hablado por justicia antes, y su impresión sobre ella mejoró aún más.
—Tú maldita vieja, quítate del camino. No bloques mi camino hacia la fortuna, o te golpearé hasta matarte, ¡vieja apestosa! —Tía Cai quería decir más, pero Wang Dali avanzó violentamente, empujándola a un lado con una sarta de maldiciones saliendo de su boca.