Han Yu no era un hombre inclinado a indagar en secretos, pero Su Wenyue era diferente; ella era su nuera, y a él no le gustaba que su nuera le ocultara secretos, manteniéndolo en la oscuridad, y hasta en el fondo sentía un pánico inexplicable, como si en el mundo en el que su nuera había estado inmersa previamente, su existencia estuviera ausente.
Con una expresión inescrutable, Han Yu se dirigió al estudio y vio que las criadas de confianza y las sirvientas de Su Wenyue estaban vigilando alrededor, no permitiendo que nadie se acercara. El primer pensamiento de Han Yu fue: su nuera seguramente debía conocer el secreto de la lámpara, y el secreto era tan significativo que había estado aguantando hasta ahora. Han Yu había tenido pensamientos similares anteriormente, sabiendo que las palabras de su nuera no eran sinceras, pero no la había expuesto frente a otros, esperando en su lugar que ella le diera una explicación.
