—¡La Señorita Zhou ha llegado!
Al ver a Zhou Jingwan, las criadas y niñeras dentro del Pabellón Daohua se acercaron inmediatamente con rostros sonrientes para presentar sus respetos.
Zhou Jingwan asintió —¿Dónde está tu joven señorita?
Lixia se rió —¡La joven señorita aún está en la cama holgazaneando!
Zhou Jingwan sacudió la cabeza —Esa chica perezosa, mira cómo voy a despertarla. —Dicho esto, entró en la habitación y se dirigió directamente al dormitorio.
Al ver a Daohua apoyada en el cabecero en una pequeña piel de marta, hojeando perezosamente un libro de cuentos, Zhou Jingwan no pudo evitar sonreír —Desde que la Hermana Li se fue, te has vuelto cada vez más perezosa. Ya es casi mediodía, y todavía no te has levantado de la cama.
Daohua, al verla, no se sentó pero en cambio dejó el libro de cuentos, tocó el borde de la cama, gestualizando para que Zhou Jingwan se sentara, y luego sonrió —Mañana es Nochevieja, ¿y aquí estás con tiempo para correr a mi casa?