—Eh, ¿por qué el barco ha dejado de moverse? —preguntó Daohua mientras estiraba el cuello para ver qué sucedía.
Al ver que el barco de repente disminuía la velocidad y se detenía, Daohua se puso de puntillas y estiró el cuello para mirar afuera, luego vio cierto alboroto en el puerto.
En ese momento, Qin Wu se acercó.
Qin Wu era hábil y cuidadoso, y ahora, cada vez que Yan Zhigao salía, lo llevaba consigo.
—Señorita, el maestro desea que regrese a la cabina. Parece que alguien ha caído al agua adelante; los barcos han bloqueado el puerto, por lo que podríamos tener que esperar un poco antes de desembarcar —dijo Qin Wu.
Daohua asintió. La cantidad de personas que salían por el Festival del Doble Noveno era grande, y los diversos barcos apretujados juntos de hecho hacían que los accidentes fueran más probables.
Al observar los barcos que se acercaban gradualmente al suyo, Daohua llevó a Zhou Jingwan a la cabina.
