Su mirada en el 9999 era demasiado obvia.
Bai Lian extendió su mano y lo pinchó en el brazo con su celular, advirtiéndole con pereza —Intenta comprarlo.
Jiang Fulai luchó por apartar su vista de él.
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Después de comprar el televisor, Bai Lian lo trajo de vuelta.
Ji Heng estaba bordando flores en el patio cuando vio a Bai Lian entrar con una caja de cartón, seguida perezosamente por Jiang Fulai, con una mochila negra colgada de su brazo.
—¿Qué es eso? —Ji Heng dejó su aguja.
—Un televisor —Bai Lian colocó el aparato en la sala de estar, despejó el tabaco y un montón de cables desordenados del mueble izquierdo, junto con la gran almohada de peluche de col, y los movió a una silla cercana, preparándose para instalar el televisor allí.
Ji Heng siguió detrás, echó un vistazo, y llevó la almohada de vuelta a su habitación.
