—También estaba Dayong.
—A Ji Heng le gustaba escuchar la radio, no tenía televisor en casa.
—A su lado, Xu Nanjing reaccionó rápidamente —Pequeña hermana Bai Lian, he traído...
—Antes de que pudiera terminar, vio a Jiang Fulai parado al lado con las llaves del coche, alto y elegante, observándolo con una presencia tranquila y distinguida, sus ojos fríos y orgullosos como si nada hubiera cambiado desde antes.
—Pero Xu Nanjing podía percibir un atisbo de intención letal emanando de esos ojos de color claro.
—Forzadamente cambió de tema —Mi gran hermano Jiang, tiene buen ojo para seleccionar televisores.
—Jiang Fulai se fue sin él, y Xu Nanjing se quedó allí solo, desolado, viendo cómo el coche negro desaparecía en la distancia —se acarició la barbilla—. ¿Qué televisor ver el domingo?
—No estaba familiarizado con el entretenimiento, así que sacó su teléfono inteligente para consultar con Xiao Bingwen.
