En la mesa de los Ocho Inmortales, excepto Bai Lian, la mirada de todos se convergía subconscientemente en el rostro de Jiang Fulai.
Su rostro, al igual que el de Bai Lian, era demasiado engañoso, no parecía pertenecer a alguien que sería bueno en caligrafía.
—¿Quién habría pensado que él mencionaría casualmente la Asociación de Calígrafos Tradicionales? —exclamó uno de ellos.
—¿Incluso un miembro de grado especial? —siguió otro con incredulidad.
—¡Solo hay cinco miembros de grado especial en total en la Asociación de Calígrafos Tradicionales! —explicó un tercero.
Además del presidente, cada uno de los demás vive una vida reclusa, a menudo solo se ven sus obras, no la persona, e incluso los miembros de la Asociación de Caligrafía rara vez ven a estos miembros de alto nivel. ¿Estaban mirando a uno de ellos ahora?
A su lado, Jian Zhe sintió como si le hubieran golpeado con un rayo.
