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Zhang Xiao sirvió un vaso de agua para su padre y se lo entregó —Papá, ¿todavía no hay noticias sobre la chica que nos ayudó ese día?
Zhang Jianjun respondió —No, pregunté a la gente de la Comuna Chaoyang, y todos dijeron que no habían visto a la chica. ¿Podría ser que no sea de por aquí?
Zhang Xiao pensó por un momento y dijo —Eso es posible. Ella me habló en mandarín estándar ese día. Es posible que no sea de aquí.
—Oh, todo es mi culpa. Ni siquiera le pregunté su nombre.
—Todavía no le he agradecido adecuadamente, y hasta le dejé pagar la llamada telefónica. Realmente me siento mal por eso.
Zhang Jianjun vio que su hija estaba un poco triste —Tal vez nos la encontremos de nuevo algún día y entonces podremos agradecerle como es debido.
Zhang Xiao asintió, suspiró y dijo —Eso es lo único que podemos hacer ahora.
Justo en ese momento, alguien tocó la puerta principal. Zhang Xiao miró a su padre, quien negó con la cabeza.