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—Luo Qiao sonrió y dijo: Entendido, gracias, papá.
—Cuando Luo Qiao llegó a casa de la Familia Yuan, el Maestro Yuan la esperaba en la sala de estar: Qiaoqiao, ven y siéntate.
—Luo Qiao sonrió mientras se acercaba: Abuelo, ¿cómo has estado últimamente?
—El Viejo Maestro Yuan se rió: Bien, bien, el anciano puede comer y beber todos los días, la vida no podría ser mejor de lo que es ahora. Pero es un poco aburrida. Tu llegada es perfecta, puedes jugar al ajedrez con el abuelo. Tengamos una partida entre nosotros dos.
—Luo Qiao sonrió: De acuerdo, entonces me uniré al abuelo en una partida.
—Los dos estaban absortos en su juego, intercambiando jugadas, cuando el viejo maestro soltó una carcajada: Realmente has mejorado mucho. Ahora puedes incluso empatar con el abuelo.
—Luo Qiao se rió: ¿No es solo porque el abuelo me está dejando ganar?
—El Viejo Maestro Yuan rugió de risa: Escuché que te fue bien en tus exámenes esta vez. ¡El abuelo ha preparado una recompensa para ti!
