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Entonces, Gao Shunyi había regresado originalmente a la aldea para traer algo de ropa de repuesto para Li Xiulan, pero terminó trayendo de vuelta a una persona herida. Gao Taohua aun no se había recuperado, y ahora había dos personas más heridas.
Después de que el médico de la clínica de salud comunitaria hubiera colocado las costillas de Gao Rusen y lo enviara a la sala de Li Xiulan, Li Xiulan preguntó ansiosa —Shunyi, ¿qué diablos ocurrió? Dios mío, ¿cómo terminó así esto?
El rostro de Gao Shunyi estaba oscuro de ira; no había pateado tan fuerte, ¿cómo podría haber roto costillas?
Pero ahora, temía que la noticia ya se hubiera esparcido por todo el pueblo de que él había roto las costillas de su hijo. Con una expresión sombría, dijo —¿Cómo iba a saber que no podía aguantar una patada?
Li Xiulan, soportando el dolor, preguntó con voz llorosa —Hijo, ¿qué diablos ocurrió?