—Piedra, ¿confías en la Hermana Luo Qiao? —dijo Luo Qiao mientras sacaba el ungüento que había hecho de su canasta trasera y miraba a Piedra.
—Confío —asintió enérgicamente Piedra.
—He hecho un poco de medicina para tratar quemaduras, te la aplicaré ahora, y debes guardarlo para ti, ¿puedes no decirle a otros? —dijo suavemente Luo Qiao.
—Tal vez no deberíamos, en caso de que alguien más se entere. No quisiera que tú tuvieras problemas por mi culpa —se volvió hacia Luo Qiao Piedra.
—Esta medicina será absorbida por la piel rápidamente y no dejará ningún rastro en la piel —dijo Luo Qiao mientras ya había abierto el bote de hojalata y sacaba las herramientas que había preparado en casa.
—Entonces está bien, siempre que no te cause problemas —dijo Piedra.