—¡Ah! —El Viejo Maestro Gong se sorprendió.
Su rostro de repente tomó el color de hígado de cerdo, mientras no podía evitar tragar un bocado de saliva.
—Señorita Liu, usted...
—No juegue esos juegos conmigo, Viejo Maestro Gong —estoy bastante ocupada. No tengo tiempo para entretener sus trucos. Pero escuche bien, si está planeando jugar más juegos, mi boca no está solo para mostrar. Puedo hacerle arrepentirse. ¿Me escucha?
Los ojos de Lin Caisang se endurecieron. Su presencia intimidante envolvió al Viejo Maestro Gong.
—Usted, yo... —El Viejo Maestro Gong levantó la mano, secándose el sudor frío de su frente. Su espalda ya estaba empapada.
Le tomó todo este tiempo darse cuenta de que esta chica aparentemente poco impresionante no era lo que parecía. Había ocultado su verdadero poder. Solo ahora estaba siendo revelado, haciéndolo romper en un sudor frío.