—Si descubro quién fue el bastardo que me hirió, ¡me aseguraré de despedazarlo!
—Él le pellizcó suavemente la mejilla —Déjame encargarme de esta investigación. Por ahora, vamos a la Mansión de la Princesa.
Aquellos que se atrevieran a molestar a su pequeña Sang, no importa quiénes fueran, él se aseguraría de que pagaran el precio. ¡Esta vez, definitivamente no dejaría que esas personas se salieran con la suya!
¡Resolvería cuentas antiguas y nuevas!
—Hmm.
—Lin Caisang asintió.
En efecto, ir a la Mansión de la Princesa Mayor era el asunto más urgente en ese momento. Al curar exitosamente la enfermedad de la Princesa Mayor, ella podría completar su tarea.
—Shijian, ¿estoy viendo cosas? —preguntó una mujer.
Justo cuando Ya Molian y Lin Caisang se marchaban, dos figuras emergieron de una casa de té. Una de las mujeres, mirando el ahora vacío callejón, le preguntó a su compañera.
—No estás viendo cosas, yo también lo vi —respondió Shijian con calma.
