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Además, los ricos en el Pueblo de Hongling son tan ricos que podrían gotear aceite, mientras que los pobres apenas sobreviven, comiendo raíces de árboles. El desequilibrio es dramático y naturalmente despierta la sospecha.
El magistrado local tiene motivos para sospechar que algo anda mal en el Pueblo de Hongling.
—Esto... —Lin Caisang miró de reojo a Ya Molian, su corazón de repente lleno de inquietud.
Ella era solo una chica campesina, competente en habilidades médicas pero sin poder. Si no fuera por la mención de Ya Molian, nunca habría considerado al Pueblo de Hongling tan peligroso como la guarida de un dragón.
—No necesitas preocuparte. Estoy aquí, y no dejaré que nadie te haga daño —la consoló Ya Molian, viendo que ella se quedaba en silencio.