La destreza descarada de Jinyang se mostró por completo, su figura relampagueó y, como una anguila resbaladiza, se deslizó frente a la Segunda Tía Lin, arrebatándole el panecillo de la mano.
La Segunda Tía Lin ya había mordido el panecillo, pero a él no le importó, lo metió en su boca para comer.
—Oye oye, mocoso maloliente, arrebatando comida de la boca de tu madre.
La Segunda Tía Lin miró su palma vacía y no pudo evitar estar tanto enojada como divertida, queriendo golpearlo inconscientemente.
Pero, ¿cómo iba Jinyang a quedarse ahí para ser golpeado? Agarró el panecillo y salió corriendo de la habitación, alejándose rápidamente.
—Qingluo, mira a este mocoso maloliente del Clan Lin.
La Segunda Tía Lin corrió hasta la entrada, y Jinyang ya había desaparecido de la vista, dejándola murmurando con enojo.
—Es como un mono travieso, necesita una paliza todos los días. Te hace sentir el corazón como un lío enredado, sin saber qué hacer.
—La Segunda Tía está bromeando.