—Ejem —El cerebro de Lin Jinyu quedó aturdido por el mágico proceso de pensamiento de He Yao, casi escupiendo sangre vieja. No pudo evitar golpear su frente—. ¿En qué diablos estás pensando?
—Y tú, ¿qué? Mira a esa joven, sus ojos están tan ansiosos, casi como si le salieran llamas —He Yao se cubrió la frente, sin querer aceptar la verdad, y replicó—. Si no me crees, pregúntale a Li Yong, él también lo vio.
—Mhm —Li Yong asintió con la cabeza vigorosamente ya que estaba concentrado en ver el espectáculo.
—Segundo Tío se lesionó la pierna y ha estado encamado durante dos años ahora —Las cejas de Lin Jinyu se oscurecieron, y explicó con una sonrisa amarga—. Estaba pensando si podría pedirle que tratara la pierna de Segundo Tío.
—Oh, lo siento, pensé demasiado —Al oír esto, el rostro de He Yao se puso rojo inmediatamente, y se disculpó avergonzado mientras se tocaba la nariz.