—Necesito una gran cantidad de comida, sal, vendas y ropa de algodón. Por favor, ayúdame a comprarlas, Hermano Zhan.
Los ojos negros y dulces como el azúcar de Su Qingluo brillaron con una luz resplandeciente.
—Qingluo, tú...
El corazón de Luo Zhan tembló, e inconscientemente levantó la cabeza para mirar a su dueña. Ambos vieron incredulidad y asombro en los ojos del otro.
Comida, sal, vendas, ropa de algodón—todos eran suministros militares.
¿Será que ya conocía su pasado y quería ayudar y apoyar secretamente al ejército del Clan Lin en la frontera?
—Qingluo, dime sinceramente, ¿para qué necesitas una gran cantidad de comida y vendas?
Luo Zhan no pudo suprimir su asombro, así que preguntó involuntariamente.