Su Qingluo pellizcó su pequeña nariz con afecto, dándole un ferviente recordatorio.
—Recuerda eso.
El Pequeño Príncipe asintió decididamente.
—Qué niño tan bueno.
Con una cara brillante y sonriente, Su Qingluo se volteó hacia Wang Meng y le dio una mirada reconfortante, —Hermano Meng, podemos parar aquí. Llevaré a Xuan'er al salón de clases. No necesitas acompañarnos.
—Esperaré abajo por un rato. No necesitas preocuparte por mí, solo concéntrate en tu clase.
Wang Meng se quedó inquieto, deseando pasar más tiempo acompañándola.
—Está bien.
Su Qingluo sonrió aliviada y se inclinó para dejar al Pequeño Príncipe en el suelo. Sosteniendo su pequeña mano, subieron las escaleras.
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Para evitar atraer atención no deseada, Su Qingluo aún vestía al Pequeño Príncipe con chaquetas acolchadas de tejido burdo y pantalones separados. Su cabello estaba atado en un adorable moño en la parte superior de la cabeza, haciéndolo parecer un pequeño niño del campo.