—Ah, wu —Baoya saltó sobre la mesa de café, ladró dos veces cuando debía y mostró una sonrisa encantadora.
—Baoya también quiere ir —El Pequeño Príncipe se animó, abrazó a Baoya, y empezó a molestar a su hermana de nuevo.
—Hoy no vamos —Su Qingluo sonrió con indulgencia, frotó su pequeña cabeza y le aconsejó suavemente—. Sé bueno y vuelve al palacio, ve a ver a tus padres primero, y hermana te acompañará a jugar mañana.
—Hagamos una promesa, hermana debe recordar, Xuan'er estará esperando a hermana en la puerta del palacio después del desayuno —El Pequeño Príncipe extendió su dedito con anticipación y lo enganchó con la mano de su hermana.
—Está bien, tenemos un trato, nos vemos en la puerta del palacio —Su Qingluo sonrió con los ojos, siguió su idea y hizo una promesa de meñique con él.
—Ah, wu —Baoya frotó cariñosamente contra la muñeca del Pequeño Príncipe, revelando una sonrisa encantadora, indicando que también quería seguir.