—¡Genial! —Los Guardias Imperiales cercanos se llenaron de emoción y gritaron con entusiasmo.
—Qué diablos, ¿usar fuerza interna para hacer pulseadas? Solo porque no entiendo —murmuró Wang Meng con insatisfacción.
—Pequeño, ¿no estás convencido? Compitamos en otra cosa, y estoy seguro de que Jinyu te hará someterte voluntariamente —He Yao lo escuchó y, con familiaridad, le dio una palmada en el hombro a Wang Meng mientras lo molestaba con una sonrisa.
—Vete de aquí, ¿quién es el pequeño? Ya tengo once años —Wang Meng lo sacudió irritado.
—Jaja, ¿once años? ¡Increíble! Tu altura es bastante buena, casi me alcanzas —He Yao se divirtió con la expresión terca de Wang Meng y le resultó aún más interesante cuanto más lo miraba.
—¿Qué tal si haces esto? Solo llámame hermano mayor, y de ahora en adelante, Hermano Yao te cubrirá —ofreció He Yao.
—¡Pf! ¿A quién le importa llamarte hermano? —Wang Meng refutó instintivamente, mientras sus ojos echaban un vistazo secreto a Lin Jinyu.