—Por supuesto, el requisito previo es que deben tener un profesor famoso que les enseñe. Solo en Ciudad Capital pueden encontrar eruditos prestigiosos con alta moralidad.
—Mm-hmm, has pensado bien.
—Madre te escuchará. Venderemos nuestra mansión en Ciudad de Xuzhou.
—Todos los platos están preparados, por favor disfruten su comida.
Mientras la familia charlaba, el camarero del restaurante trajo una bandeja y colocó varios platos sobre la mesa de manera ordenada.
—Vamos a comer. Llama a Xuan'er y a los demás para que vuelvan. No necesitamos apresurar la decisión de comprar una nueva mansión y aún podemos pensar en ello.
Su Hu aprovechó la oportunidad para terminar la conversación e invitó a la familia a comer.
—Hora de comer, hora de comer.
Los tres pequeñitos tenían hambre y corrieron de vuelta a la mesa al oler la comida.
—Xuan'er, Maodou, Heidou, vengan y lávense las manos.
Su Qingluo sonrió y llamó a los tres pequeñitos, sosteniendo una botella de agua.